Entrevista con Valen Iricibar (elle) editore para el Buenos Aires Herald
*por Anush Grati (elle)
Una persona metiéndole un balazo de la nada a otra en el medio de la calle, no es lo mismo que un tipo tirando una bomba molotov en el cuarto donde estaban durmiendo dos parejas de lesbianas.
Conocí a Valen gracias a la magia de la fibra óptica, hace varios años, por Instagram. En persona, lo hicimos durante una marcha del orgullo en Buenos Aires, Argentina. Hoy es editore en el Buenos Aires Herald, uno de los diaros de habla inglesa más importante en el mundo hispano hablante. Para esta edición de Bloc de Notas de Nodos, se me ocurrió tomar un poco la dinámica de nuestro podcast, «Charla de ties», para hablar de cómo el 17 de mayo, el Día Internacional contra la discriminación por orientación sexual, identidad de género y expresión de género (para otras personas hoy también se habla del Día Internacional contra el LGBTIQ+ odio), tiene más vigencia que nunca.
Anush: ¿Por qué hablar de comunicación en el Día Internacional en contra de la homofobia, la bifobia, etc.? Bueno que habíamos dicho que no es “fobia”, porque las fobias son miedos irracionales y el odio es infundado y tiene intenciones. Entonces ¿por qué es importante qué decimos y cómo decimos ligado a la discriminación?
Valen: Porque la comunicación es de los elementos más importantes cuando se trata de implementar y afianzar un sistema de odio hacia otras comunidades. Pensemos todos los mensajes que recibimos desde muy chiques: vemos que tenemos que ser heterosexuales, blanques, flaques, enamorarnos de una persona en la escuela, casarnos, tener hijes y morir juntes. Hay narrativas muy fuertes e impuestas desde una edad extremadamente temprana y nos atraviesan y moldean casi irremediablemente.
A su vez, al momento de querer revertir estas narrativas, la comunicación es absolutamente la clave.
Anush: Pienso en tu trabajo como editore de un diario donde, por un lado, el equipo del que sos parte está cubriendo muchas cosas que pasan en nuestro día a día y vos haciendo una lectura, no solo con una edición gramatical, sino también desde las sensibilidades. Tu rol es, de alguna forma, también, levantar la mano cuando detectas adjetivaciones o estereotipos que puedan simplificar grupos sobre los que se está hablando ¿no?
Valen: Sí, creo que es una mezcla de práctica profesional y sentido común de cuidado. Por un lado, hay mucho morbo con el que se suele nombrar a las víctimas aún antes de que fallezcan. Efectivamente, si es que fallecen, ojalá que no obviamente. El caso este del crimen lesbodiante en Barracas donde de inmediato nombraron a todas las mujeres. Desde mi punto de vista, no hay que nombrarlas, por lo menos en un principio, porque hay que cuidarlas también a estas personas que están desde ya precarizadas, están atravesando una cosa terrible y estás exponiendo a las familias. Pasa en los casos de suicidio que se suele contar cómo se suicidó la persona. O en el caso de los travesticidios los medios suelen buscar cuál era su nombre “anterior” o todos los detalles de su nacimiento que es algo que no importa y no se debe traer a colación.
Anush: Y ¿qué pasa con las notas específicas sobre diversidad sexual? Se que viviste en muchas partes del mundo y en todas esas experiencias tu vínculo con el periodismo te llevó a vincularte con la forma de contar de esos territorios. ¿Ves algo en particular sobre la forma en que se aborda la diversidad sexual en los medios de comunicación?
Valen: M…Es un poco lo que comentaba antes, que hay mucho morbo y desinformación. Lo vi mucho en Estados Unidos, que me formé un poco periodísticamente ahí, y la falta de cuidado es muy insidiosa también. La cobertura sobre la comunidad LGBTQIA+ y TTNB+ particularmente tiene como eje central someter nuestras existencias a “debates” que no existen realmente e incluir voces de forma irresponsable. No sé, como el otro día Nicolás Márquez que tuvo mucho protagonismo en uno de los programas más populares del país, con dichos muy homofóbicos, tirando “datos” totalmente falsos como que las personas homosexuales viven 25 años menos que las personas heterosexuales. Que por su ridiculez y falsedad no deja de ser muy peligroso. Además de no ser verdad, claramente hay como un andamiaje de odio, de persecución.
Anush: Bueno, hablemos un poco de eso, porque inevitablemente, sin decirlo, salió que una de las formas que se habla de la comunidad LGBTIQ+ acarrea, la mayoría de las veces, ideas falaces, como que es una elección, se la compara con enfermedades – no por nada hoy, hace 34 años, la OMS saca de sus lista de enfermedades de salud mental la categoría «Homosexual» y sin embargo, el gobierno de Perú acaba de clasificar a las personas trans como “enfermas mentales” mientras que en México recién se prohíben, a nivel país las terapias de conversión para las personas de la diversidad sexual-. ¿Qué pasa con esta noción de representar la “objetividad en las notas periodísticas”? ¿qué implica esa objetividad?
Valen: Hay una construcción falaz de que la objetividad implica incluir “dos lados” de una cuestión cuando un lado es odio hacia una comunidad marginalizada y no tanto una perspectiva real, concreta o con sustancia argumentativa. Creo que eso es una cosa que retrocede un montón, todo lo que es el “progreso” y hace lo opuesto. Lo que yo busco como comunicadore es cuidar y también entender mi responsabilidad de presentar la realidad, pero presentando esa realidad como corresponde. Esta idea de objetividad, muchas veces, lleva a que se propaguen discursos de odio que antes no tenían protagonismo.
El ejemplo que pongo siempre del aborto. Propagar o darles espacio a discursos antiaborto pueden ser muy dañinos, muchas veces están llenos de misoginia y transodio. Pero la realidad es que, en el momento en que se debatió en la Argentina, en el 2018, existía una gran parte de la población que estaba en contra del aborto, entonces sí, estaba bien incluir voces, perspectivas que estaban en contra del aborto, más allá de lo que une cree como periodista o comunicadore. Cuando mirás a lo que es una situación, un tema, tenés que incluir todas las voces, que eso es algo que yo estoy muy apasionade por hacer pero siempre entendiendo que tienen que ser relevantes. Otro ejemplo es cuando se habla de los derechos hacia las personas trans.
En Estados Unidos y acá y en todas partes realmente casi siempre se incluyen voces transodiantes, por el simple hecho de que, dentro de esta construcción falaz de objetividad, “tengo que darle voz a personas que estén en contra”. Pero esa oposición es odio.
Anush: ¿Cuál es el límite entre la libertad de expresión y los discursos de odio?
Valen: Lamentablemente la libertad de expresión se levanta de inmediato como escudo por aquelles que propagan discursos de odio sin hacerse cargo, y además acusan a víctimas de censura. Para mí un discurso de odio no solo es amenazar desde la violencia, sino también perpetuar estereotipos, prejuicios o imágenes que pueden ser dañinos para con la comunidad, que se vuelvan un blanco. Con lo cual ese sistema de daño también se mantiene por inercia, por no cuestionar. A ver, esto es como para tener un debate extenso entre muches pero pensando desde la comunicación, podríamos pensar en combatir discursos de odio con discursos de cuidado, con discursos que procuré cambiar. Además tener cuidado con quién incluir en mi cobertura, ¿qué estoy haciendo yo? ¿Soy consciente de mis sesgos, me cuestiono? ¿Cambio mis formas, señalo esos discursos de odio? ¿Qué hago con la llegada que tengo? Para mí lo local siempre gana al macro, en lo periodístico y en la vida, porque el trabajo comunitario propio, autogestivo, es clave. Sin eso no llegamos a nada.
Anush: Me acuerdo de la noticia del Club nocturno Orlando en Estados Unidos. Un chico me dijo “no fue por haber sido gays, les podría haber pasado a cualquier persona” y entendemos que no funciona así. Si una persona viene y te pregunta qué diferencia hay entre decir homicidio, crimen de odio, femicidio, lesbicidio ¿qué le dirías?
Valen: En el caso de una carátula así lo que hacen los conceptos de lesbicidio y transfemicidio, femicidio es transmitir un trasfondo sistémico de violencia. Una persona metiéndole un balazo de la nada a otra en el medio de la calle, no es lo mismo que un tipo tirando una bomba molotov en el cuarto donde estaban durmiendo dos parejas de lesbianas. Pongamos un ejemplo que quizás resulte menos controversial para algunes: ¿qué pasa si hablamos de un infanticidio? Ahí ya te cambia por completo la clave de lectura, porque no es un homicidio que podría ser entre dos personas cualquiera de la misma edad en la vía pública. La persona entiende la dinámica de poder y la traición implícita en un infanticidio. ¿Por qué? Porque estamos hablando de un ser vivo que claramente era la persona menos poderosa en esa situación y tenés una persona adulta con mayor conocimiento, fuerza, herramientas. Cuando pasamos a usar el término femicidio, también hay una estructura de poder en juego que se ve reflejada en esa palabra, que es muy importante de utilizar lo mismo con los lesbicidios y transfemicidios. Ahí lo que estás viendo es, más allá del acto de matar a otra persona – que para la mayoría de nosotros es inconcebible- es ese poder mayor, en este caso por la violencia sistémica que sufren las mujeres, las personas trans y no binarias y las personas con una orientación sexual que no sea heterosexual y que el motivo del acto per se es por el hecho de tu identidad de género o tu orientación sexual.
Anush: Sí y en el caso del lesbicidio de Barracas se ve claramente porque el hombre que las mató las venía amenazando hace dos años y expresaba que era por ser ellas lesbianas. También pienso en la falta de cobertura de este crimen de odio y cómo se habla mucho de qué hubiera pasado si hubiera sido en un lugar, por ejemplo, de Palermo, hacia chicas de otra clase social, heterosexuales. Probablemente se hubieran llenado los medios de comunicación del prime time con la noticia.
Valen: Sí, creo que a veces pasa que hay reticencia de nombrar cosas que existen fuera del cisheteronorma: podemos ver que desde el gobierno se cuestiona que exista el término “lesbicidio” y fue un trabajo importante romper el cerco mediático. Pero más allá de no sé, que a alguien le “dé cosa” usar un término fuera de lo habitual, lo que más importa en las comunicaciones periodísticas es la especificidad. Porque a veces, una palabra no se trata de una palabra de por sí, sino del detalle que eso implica: tu responsabilidad es brindar ese detalle y después que las personas que nos leen puedan sacar sus propias conclusiones. Si yo no te cuento con especificidad lo que pasó, le estoy diciendo a la sociedad “esto no vale la pena ser contado y por ende hay personas que no valen la pena”.
Anush: Para las empresas que nos están leyendo y que seguramente piensen bueno, ¿cómo impacta esto internamente? ¿Qué podemos hacer desde nuestra organización con algo que parece tan inconmensurable? Me gustaría resaltar que una de las herramientas más potentes es la palabra y la comunicación.
Valen: Sí, como te dije al principio al momento de querer revertir estas narrativas que nos hacen pensar desde ciertos estereotipos y prejuicios, que nos generan miedo y hasta asco de ciertos grupos, la comunicación es absolutamente la clave. Hoy en día, como una persona trans, en mi trabajo no sólo me respetan, sino que me afirman en mi identidad de género todos los días cuando estoy laburando y puedo concentrarme en mi rol. Algo tan simple como usar bien mi pronombre, tan básico como saber que no tengo que pelear cada interacción para un respeto básico significa quepuedo concentrarme en qué puntuación estamos usando, puedo concentrarme en esto en cómo hacer para que, desde el Herald, tengamos la mejor cobertura posible con el mejor lenguaje, con lenguaje que más cuide a todas las personas, no solo a nosotres, sino a la sociedad en general y a nuestres lectores y eso es increíble para mí. No tengo que ni pensar en que mi identidad de género vaya a ser un estresor en mi día a día laboral
Anush: Internamente el trato digno en la interacción entre personas colaboradoras es clave. Se pueden preguntar los pronombres. También se pueden generar espacios seguros para hablar de todos esos “Mitos” alrededor de la diversidad sexual que tanto circulan incluso hoy en día para dejar de tomar decisiones tanto de negocio, como marketing, como al momento de pensar un producto o servicio, como al momento de la contratación de alguien. Y las claves de edición que diste me parecen valiosas de recuperar, sobre cómo los grupos creativos pueden generar contenidos que no repliquen estereotipos y prejuicios, que cuenten otras historias alrededor de nuestras experiencias de vida que no sean trágicas como vienen siendo. Gracias Valen.