¿De qué hablamos cuando hablamos de salud mental en las mujeres? ¿qué relación tienen estos temas y el trabajo?

La salud mental de las mujeres en el ámbito laboral involucra una serie de elementos interconectados, que afectan cómo se desarrollan en su vida profesional y cómo eso impacta su bienestar emocional. Adentrarse y trabajar en ello puede generar un cambio profundo y significativo positivo para las mujeres que actualmente tienen un trabajo pago, y abrir reflexiones y cambios a las futuras.

¿Qué impacta en la salud de las mujeres?, y ¿específicamente en aquellas que tienen trabajos remunerados? como respuesta, podemos hablar de varias dimensiones sociales ancladas en los mandatos de género. Por ejemplo, la expectativa de ser multitareas que suele recaer más en las mujeres y generando presión adicional que afecta su salud mental, donde la carga mental, es decir la responsabilidad constante de gestionar las tareas y preocupaciones relacionadas con el hogar y la familia, la vida laboral, social y personal está en juego. Estudios han demostrado que las mujeres tienden a experimentar niveles más altos de estrés laboral en comparación con los hombres. Un meta-análisis destaca cómo las mujeres enfrentan una mayor presión debido a la «doble carga» de trabajo remunerado y no remunerado, lo que puede derivar en ansiedad y depresión.

A esto se suma la falta de flexibilidad en las condiciones laborales que dificultan que las mujeres concilien el trabajo con sus responsabilidades familiares. Trabajos inflexibles o demandas laborales excesivas pueden resultar en un mayor agotamiento y en dificultades para manejar el equilibrio entre la vida laboral y personal.

La pandemia de COVID-19 fue un ejemplo de lo que se escribe arriba. Las mujeres fueron desproporcionadamente afectadas, no solo porque muchas trabajaron en sectores más vulnerables, sino también porque asumieron una mayor carga de las tareas domésticas y el cuidado de los niños durante el confinamiento. Esto impacto en su desarrollo de carrera, donde algunas inclusive tuvieron que salir de trabajar, o fueron despedidas, generando una brecha para poder reinsertarse. Este “stop” tuvo un impacto significativo en su salud mental, aumentando los niveles de estrés y ansiedad. Esto resalta la vulnerabilidad de las mujeres en situaciones de crisis, donde son ellas quienes no solo primero pierden el empleo, sino que además quedan al cuidado de personas enfermas, infancias, familiares y otras personas de su comunidad.

Otro elemento que impacta son las brechas salariales donde las mujeres muchas veces ganan menos que los varones, y están en roles y responsabilidades con salarios más bajos. Además las mujeres a menudo tienen menos oportunidades de ascenso y enfrentan obstáculos como el techo de cristal. Esta sensación de estancamiento profesional puede contribuir a la frustración, el estrés y la desmotivación. En diversos estudios se muestra que las mujeres que ven esta discriminación salarial experimentan sentimientos de desvalorización y frustración, lo que contribuye a problemas de salud mental.

Además, la sub-representación de mujeres en posiciones de liderazgo puede afectar negativamente la posibilidad de imaginarse a ellas mismas desarrollándose profesionalmente. La falta de modelos a seguir y la sensación de aislamiento pueden contribuir al estrés y la desmotivación.

La educación sobre salud mental debe ser una prioridad en todos los ámbitos, incluidos los lugares de trabajo. Cuanto más se entienda acerca de la salud mental y su relación con el trabajo, más fácil será abordar los problemas y apoyar a quienes los enfrentan.

El apoyo organizacional se ha identificado como un factor crucial para la salud mental de las mujeres. Investigaciones en psicología muestran que las políticas de flexibilidad laboral y el acceso a recursos de salud mental pueden mitigar el estrés y promover un mejor bienestar.

Fomentar políticas que promuevan la salud mental en el lugar de trabajo es esencial. Esto puede incluir programas de bienestar, capacitaciones sobre manejo del estrés, y políticas de igualdad de género, así como licencias con perspectiva de diversidad.

Las organizaciones que implementan programas de bienestar tienden a ver mejoras en la satisfacción y el compromiso laboral de sus empleadas. Las empresas deben comprometerse a crear culturas laborales que apoyen a todas las trabajadoras, brindando un entorno inclusivo y respetuoso.

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