*Por Lucila Miranda
¿Alguna vez te preguntaste por qué el 25 de julio es el Día Internacional de las Mujeres Afrolatinas, Afrocaribeñas y de la Diáspora? La fecha se conmemora desde el año 1992, cuando se realizó el Primer Encuentro de Mujeres Afrolatinas y Afrocaribeñas en República Dominicana.
Este evento convocó a más de 400 mujeres afro de distintos países de Latinoamérica y el Caribe para pensar, de forma colectiva, las relaciones entre racismo y patriarcado, las consecuencias que tiene la histórica discriminación y el ejercicio de violencias en las vidas de las mujeres afro y las posibles acciones y medidas a tomar para abordar y erradicar la exclusión estructural de las mujeres afro en distintos ámbitos: salud, educación, trabajo, cultura, entre muchos otros.
A partir de allí, este día se conmemora cada año y desde Nodos lo celebramos conversando con tres grandes refrentas afro de la región: Gilma Vieira da Silva de Brasil; Ana Hurtado Pliego (Ghana) de México; y Miriam Victoria Gomes Lima de Argentina.
A través de un diálogo coral planteamos algunos disparadores clave para conocer, en primera persona, cómo mira el mundo laboral y, en especial, el empresarial a las mujeres afro, los prejuicios y estereotipos que todavía hoy deben enfrentar, los obstáculos que se van presentando en los diferentes momentos de su vida para ingresar al mercdo laboral y las estrategias que existen para desnaturalizar las prácticas racistas que subsisten en espacios de trabajo.
Gilma Vieira da Silva integra la Red de Juventudes Afrodescendientes de Latinoamérica y el Caribe, la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora y actualmente trabaja en la organización PretaHub. Según su experiencia, el mundo empresarial suele mirar a las mujeres afro desde un prisma condicionado por una variedad de prejuicios y estereotipos donde “la identidad afro es considerada `no profesional´”.
En este mismo sentido, Ana Hurtado Pliego, parte del Centro de Estudios Afromexicanos Tembembe A.C y de la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora sección México, expresa que en el mundo empresarial “prevalece una estructura de blanquedad y meritocracia que bloquea el ascenso y acceso de mujeres afrodescendientes profesionales.” A su vez, suma una variable fundamental, la intersección de la cultura afro con la diversidad sexual: “Existen mujeres afrodescendientes trans con estudios profesionales que pueden desenvolverse en entornos rigurosos y competitivos y, sin embargo, su acceso y representación es casi nula.”
Por su parte, Miriam Gómes, integrante de la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora, docente y activista por los derechos humanos de afroargentinos, afrodescendientes y africanos, dedicada especialmente a la promoción de las mujeres afro, introduce al análisis la asignación de las mujeres afro y racializadas al sector de los trabajos de cuidado remunerados –que están en la base de la pirámide laboral- ya sea como enfermeras o como personal de casas particulares. En palabras de Miriam, “básicamente, las mismas ocupaciones de la época colonial que provoca el acceso a una jubilación mínima o inexistente, lo que deviene en una vejez miserable para muchas de nuestras mujeres”. Asimismo, agrega otro factor central que afecta gravemente la vida laboral de las mujeres afro: “el acoso sexual que sucede estos ámbitos, la invasión del cuerpo sin consentimiento, el estigma heredado de la esclavitud y del tráfico esclavista de ser consideradas presas fáciles y cautivas del asalto sexual.”
Un elementos central para pensar la situación de las mujeres afro en el mundo laboral es la ausencia histórica de referentas afro en ámbitos diversos y en espacios de liderazgo que impide o al menos condiciona las posibilidades que tienen las niñas y adolescentes afro de soñar con múltiples futuros y profesiones. Gilma lo cuenta desde su experiencia personal: “la referencia que yo tenía de niña era que podía llegar a trabajar como trabajadora de casas particulares o en roles o profesiones menores porque era muy difícil ver personas afro en otros sectores. Entonces, la proyección que nuestro inconsciente nos daba era que no podríamos ser esas personas porque no teníamos a alguien como nosotras en esos espacios.”
La discriminación estructural que experimentan las mujeres afro desde su infancia tiene graves consecuencias sobre sus trayectorias vitales. Una preocupación compartida por Gilma, Ana y Miriam son las altas tasas de deserción escolar y los obstáculos para acceder, permanecer y finalizar carreras universitarias, lo que incide en un menor acceso al mercado laboral y en el empobrecimiento de la población, afectando con más dureza a las mujeres afro. En palabras de Ana “La falta de trabajos dignos y de oportunidades de profesionalización nos aleja de la oportunidad de procurar nuestra independencia económica.” Por su parte, Miriam expresa que “otra de las consecuencias de este círculo vicioso de pobreza y marginalidad es la condena de nuestras mujeres a una vida social limitada, con escasa circulación en espacios recreativos de calidad para el disfrute del ocio creativo.”
Gilma reflexiona sobre uno de los efectos menos explorados de esta histórica exclusión: la afectación de la salud mental de las mujeres afro: “muchas veces, nosotras las mujeres negras nos esforzamos una, dos, tres veces más que una mujer blanca o incluso que un varón. Entonces, cuando tenemos la oportunidad de ingresar en los espacios laborales queremos demostrar que somos capaces y muchas veces trabajamos más horas de lo que nos toca. A veces también tenemos el `síndrome de la impostora´, es decir, la idea de que no pertenecemos a esos espacios, que no somos capaces o que estamos en el lugar equivocado.”
Gilma, Miriam y Ana reconocen estrategias clave para cambiar esta realidad en el mundo laboral:
- promover espacios de formación y sensibilización sobre antirracismo,
- crear áreas de diversidad e inclusión, espacios de escucha y grupos de reconocimiento de personas afro y racializadas en las empresas,
- implementar acciones que visibilicen la importancia de la inclusión de la diversidad étnico-racial, cultural y religiosa en el ambiente laboral para estimular diálogos horizontales y respetuosos.
Otra estrategia importante es la figura de la “persona agente de cambio” en espacios laborales, es decir, personas comprometidas en la lucha contra el racismo. Gilma echa luz sobre esta idea expresando que el racismo es un tema que debe importarle a todas las personas “porque nosotras sufrimos las consecuencias del racismo pero el racismo es un problema colectivo, de toda la sociedad, tanto de las personas que generan y reproducen racismo como las personas que lo sufren.”
Para finalizar, Miriam nos dice que un punto fundamental es “fortalecer la autoestima y no temerle a la incomodidad que surge de plantear y denunciar situaciones de racismo y micro racismos cotidianos.”
Ana, por su parte, nos propone “ennegrecer nuestra vida, algo que también incluye los afectos. En la medida en que vayamos encontrando referentes, podemos luchar de manera más amable contra la discriminación, el racismo y, desde luego, el patriarcado.”
Y Gilma invita a las niñas, adolescentes y mujeres afro a seguir soñando: “no tenemos que tener miedo de soñar. El racismo nos quita el deseo de estar en espacios mayores, entonces, nos tenemos que atrever a soñar con estar en espacios de liderazgo, de alta representación. Tenemos que volvernos el puente para ampliar la participación de personas afro en todos los ámbitos.”
Hoy y todos los días, Nodos redobla su compromiso con la agenda diversidad, equidad, inclusión y pertenencia (DEIP) acompañando a empresas y organizaciones que buscan implementar estrategias para transformar realidades marcadas por la desigualdad y la exclusión, como el de las mujeres afro de la región. Vivir en un mundo más igualitario, inclusivo y respetuoso de todas las identidades es posible y, desde esa convicción, nos encontramos construyendo ese camino.
Si quieres más información, contáctanos a info@nodosconsultora.com