¿Por qué celebrar la Ley de Matrimonio Igualitario? ¿Por qué nos debería importar esta fecha si a mí no me impacta? Quizá alguna de estas preguntas sean las que les surgieron cuando leyeron el título. Y, si son parte del grupo heterosexual de la sociedad, o de quienes no creen en el matrimonio, posiblemente consideren que esto no es importante para ustedes, y quizá muchas y muchos se sientan ofendidos por este avance de derechos.

Desde este lado, quizá mi respuesta más fácil sea: “porqué eso te hace vivir en un país donde más personas acceden a la igualdad de derechos frente a la ley”. Pero la reflexión es más profunda que eso. Esta ley permitió Reconocer, así con “R” mayúscula, a un sector de la sociedad que vivía como ciudadanas/os/es de segunda clase. ¿Por qué de segunda clase? Porque si yo creo que hay un grupo de personas que, por pertenecer a cierto grupo, no merecen los mismos derechos e igual acceso a la ley, entonces creo que esas personas son de una categoría “inferior”, o “no igual” a mi.

Además, esta ley cambió el entramado de significaciones en la sociedad. La diversidad sexual se puso no solo en la agenda de la política argentina, sino que estuvo en todas las mesas de las familias de este país. Todas las personas hablábamos de ello, fuéramos parte del colectivo o no, simplemente por conocer a alguien de ese grupo, y aunque no conociéramos a alguien se hablaba porque estaba impactando en la “Cultura Nacional” tal y como la conocíamos. Fue un proceso que atravesó a toda la sociedad.

Ese día, con esa votación, comenzaron a modificarse las percepciones de la sociedad argentina en relación con la diversidad sexual y los derechos igualitarios. Nos hizo desaprender lo aprendido, que por cierto estaba lleno de prejuicios. Y también atravesó a todas las instituciones.

 

Si bien existían organizaciones -privadas, públicas y académicas- que tímidamente habían comenzado a abordar la temática de diversidad sexual, como parte de sus políticas de inclusión, ese momento histórico aceleró esas discusiones e hizo que en pocos años las empresas sin importar su envergadura y otras organizaciones de la sociedad tuviesen que comenzar a trabajar el tema.

Pero lo que yo celebro a título personal como el motivo más importante, es que ese día me sentí más persona. Hacía 7 años que vivía con el hombre por el cual me mude de México a Argentina. Nos sabíamos esposos, pero sin papeles, sin ser legitimados. En mi interior sabía que si algo le pasaba a él, posiblemente todo lo que habíamos construido juntos me lo podrían quitar fácilmente, porque legalmente no éramos nada. Solo un par de hombres que se amaban y compartían vivienda. Pero ese 15 de julio de 2010, siendo de madrugada, 33 senadoras y senadores, con su voto a favor me hicieron saber que yo dejaba de ser un ciudadano de segunda, que mi amor estaba respaldado legalmente, y nosotros ya podíamos formar parte de la institución matrimonio.

Y sobre todo, internamente supe que ese adolescente de 14 años, que tenía miedo por reconocerse gay y que tardó varios años más en reconocerlo, podía ahora, frente a su familia, amigxs y conocidxs decir que el Estado Argentino le reconoció un derecho que hasta ese momento le había sido vedado.

 

Celebremos que las leyes modifican y acercan derechos, pero sobre todo que cambian vidas, realidades y sentidos para que las personas no sufran por ser quienes son.

Arturo Mercado Gurrola
Fundador y Director Ejecutivo Nodos Consultora.

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