El Foro Económico Mundial publicó, en diciembre 2019, el último Índice de brecha de género global. Esta brecha se mide en cuatro áreas clave: salud, educación, trabajo y política y se ha reducido ligeramente al 68,6%. La brecha promedio por cerrar es del 31,4%, en comparación con el 32% del año pasado. No obstante, todavía hay una espera insoportablemente larga para la igualdad de género: se necesitarán 99,5 años para lograr la plena paridad entre hombres y mujeres al ritmo actual de cambio.

Uno de los temas críticos es el referido a los salarios. La igualdad salarial entre hombres y mujeres es una demanda constante, que está presente desde la génesis de la OIT y que en los últimos años con mayor fuerza está presente este reclamo en la Agenda 2030 para el desarrollo Sostenible, incorpora ese mismo principio en el Objetivo (ODS) 8 sobre crecimiento inclusivo y empleo, en la meta 8.5 con una mirada transversal: “Para 2030, lograr el empleo pleno y productivo y garantizar un trabajo decente para todos los hombres y mujeres, incluidos los jóvenes y las personas con discapacidad y la igualdad de remuneración por trabajo de igual valor”.

En América Latina, los salarios de las mujeres son entre 13% y 23% inferiores en comparación con los de los varones de la misma edad y niveles educativos. En Argentina la brecha llega al 25% según informe de la OIT. Y se concentra especialmente en el sector informal. Un tema pendiente sigue siendo la doble agenda de la mujer, dado que absorbe el mayor porcentaje en tiempo de las obligaciones del hogar y del cuidado y esto repercute en su desarrollo profesional

Las brechas salariales por razones de género son aquellas diferencias en remuneración que sitúan superior al salario promedio de los varones, y de manera injustificada, en comparación con el de las mujeres ocupando el mismo cargo. Esta brecha se materializa a través de prácticas de discriminación visibles, invisibles o transparentadas al interior de la organización tales como cumplimiento de las normas legales, publicación y aplicación de políticas de remuneración vigentes equitativas, la estructura de cargos y la evaluación de desempeño.

La superación de la brecha no se logra solamente igualando los salarios sino generando oportunidades de promoción a las mujeres a cargos de mayor jerarquia y en general promoviendo a mujeres y varones a ocupar cargos y trabajos no tradicionales.

 

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