Por Eduardo Otero*

Comunicamos cada vez que hablamos, nos vestimos, manifestamos nuestros gustos, nos vinculamos y mostramos nuestras formas de pensar, sentir y estar en el mundo. Y lo hacemos a través del lenguaje, una convención social que es instrumento de transmisión y construcción de sentidos. El lenguaje nunca es neutro y refleja, siempre, nuestro modo de ser como sociedad. Lo que mencionamos, lo que elegimos no mencionar, las imágenes a través de las que representamos el mundo y los canales a través de los cuales lo hacemos, son indicativas de cómo se construyen las identidades, individuales y colectivas y de los contextos en los que ello ocurre.

Desde la perspectiva de género, el lenguaje inclusivo implica tomar conciencia de las formas de representación androcéntricas y de construcción del mundo patriarcal en el que vivimos. Al mismo tiempo, es un modo de intervención para deconstruir prejuicios, estereotipos y promover sociedades igualitarias. Cuando pensamos en un lenguaje que incluya, estamos evidenciando que hay mucho que no se nombra y, por ende, pareciera no existir o quedar al margen de lo «normal, «esperado» e incluso «deseado».

En este sentido, es frecuente encontrarnos con expresiones como “bienvenidos y bienvenidas”, “los y las presentes” en algún evento presencial o virtual. Estas formas de desdoblamiento del lenguaje también las escuchamos de un número creciente de personas de todas las edades y ámbitos, que han incorporado en su hablar y en su escritura la fórmula “todos y todas” o utilizando la regla de inversión de orden anteponiendo lo femenino a lo masculino: “todas y todos” y, en otros casos, para visibilizar a las identidades fuera del binario de género varón y mujer: “todes”. El lenguaje inclusivo en género llegó para quedarse.

Pero no es solamente el modo de decir o escribir. Muchas organizaciones comenzaron a plantearse el uso de imágenes inclusivas a la hora de comunicar. Por eso, son cuidadosas al elegir de qué manera ilustrar ciertos temas, o buscan garantizar una representación identitaria diversa (no solo en relación al género) cuando se refieren a toda la sociedad. En la actualidad, una foto de altos mandos de una empresa sin mujeres, atrasa. Una imagen de una familia con la mamá cocinando y el papá de traje volviendo de la oficina, hace ruido. Mostrar niñas con muñecas y niños con pelotas de fútbol hace sonar alarmas que nos indican que necesitamos repensar qué y cómo estamos contando la realidad.

Esa realidad que queremos contar es diversa, y no está representada únicamente por varones y mujeres con la piel blanca y el pelo rubio. Comunicar en la diversidad supone el desafío de mirarnos, reconocernos tal cual somos y reflejarlo en el modo en que (nos) narramos, a nosotrxs mismxs y al mundo. 

¿Qué recomendamos?

  Evitar expresiones que refuercen estereotipos de género como “los varones son fríos y racionales” o “es sensible porque es mujer”.

  Evitar el genérico masculino recurriendo a fórmulas neutrales evitando frases como “los médicos y las enfermeras” y reemplazándolas por “el personal médico y de enfermería” o a desdoblamientos como “las legisladoras y los legisladores” (en vez de “los legisladores”).

  Usar la regla de la inversión para identificar los sesgos de género en el lenguaje. Por ejemplo, si leemos “Todos los trabajadores recibirán un aumento a partir del próximo mes” entendemos que las trabajadoras mujeres también están incluidas, ¿verdad? Pero si la frase fuera “Todas las trabajadoras….” ¿consideraríamos que los trabajadores varones también recibirán el aumento?

  No visibilizar el género cuando la situación comunicativa no lo exija. Por ejemplo, evitar expresiones como “Los ciudadanos” y reemplazarlas por “La ciudadanía”.

  Elegir imágenes representativas de la realidad social en la que vivimos.

La comunicación inclusiva de género supone un proceso de aprendizaje y, sobre todo de desaprendizaje porque implica dejar atrás ideas que guiaron nuestras formas de nombrar e interpretar discursivamente el mundo y avanzar en otras, que nos convocan a repensar el rol que el discurso y las palabras tienen en el camino hacia la igualdad.

Queremos invitarte a hacerlo. Estamos para acompañarte en el proceso.

*Director Ejecutivo Adjunto, Nodos Consultora.

 

 

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